Silla presentada a un concurso de diseño con la intenció de no ser indiferente.
Qué su observación produzca alegría, despierte curiosidad, por sentarse por tocarlo, que no pase desapercibido , que caracterice el espacio, ¡ahí es nada!.
Ésta silla no es silla de funeraria, no es silla de Banco, aunque ahora los bancos pretenden ser nuestros amigos, entonces, lo mismo sí. No parece que pudiera ser parte del escenario de un crimen, no se van a romper la cabeza con una esquina de la silla. Pudiera verse en el programa de Belén Esteban, en la Noche temática o en Culturas 2.
Me pregunté, ¿Cómo una silla icónica puede ser cómoda?. Pues tomando como inspiración dos objetos que su razón de ser es la comodidad del “sentante” (él que se sienta o está sentado), por un lado el rosco hemorroidal y por otro el cojín lumbar.
¡E qui ri cua!
Una silla formada por un rosco que libera la presión de la espalda y del ojete, y otro rosco que corrija la posición de la espalda y le de soporte… ¡y que floten en el aire!, bueno que parezca que lo hacen, eso también. Esto aprovechando los volúmenes de los roscos para ocultar al mínimo la estructura de la silla.
¡Así tenía además los ingredientes fundamentales para un concurso!, el impacto y la innovación, esto es: ¡Una silla inflable!